Entrevista | Jordi Mas: El Circ Bombeta, un mundo de mundos...
En la ciudad de Mataró hay un lugar especial, donde pasan cosas especiales, lleno de espacios, personas, proyectos, sueños… Hablamos de Can Fugarolas, una nave rehabilitada que acoge a algunos colectivos de la ciudad que han creado, todos juntos, un taller de reparaciones sociales.
Entre ellos encontramos Cronopis, un punto central del circo en la ciudad y un referente en la comarca del Maresme. Cronopis acoge divereses iniciativas vinculadas al mundo circense: espacio de creación, escuela de circo, y también, en colaboración con el Taller d’Idees, el proyecto de circo social “Circ Bombeta”, un espacio donde personas con diferentes capacidades, los dif-capacitados, trabajan, se divierten y se construyen mediante las diferentes disciplinas del circo.
Jordi Mas es el pensador-ejecutor-trabajador-difusor de esta iniciativa. Jordi habla rápido y con énfasis, y todo lo que dice transmite fuerza, energía, alegría, bonhomía.
Nos sentamos un rato en el espacio del Taller d’Idees. Allí, Jordi nos explica cómo se desarrolla un proyecto como este, los años de trabajo, las dificultades, no siempre pequeñas, por las que han tenido que pasar, y la siempre admirable determinación de no dejarse achicar por unas instituciones que, hay que decirlo, no acaban de ver la importancia que tiene para las comunidades disponer de un espacio donde desarrollar los proyectos que nacen de sus propias necesidades.
En Can Fugarolas han conseguido tejer uno…
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¿Jordi, como nació el Circ Bombeta?
La idea original surgió a partir de la experiencia del Ateneu Popular 9Barris. Mi compañera vio un vídeo del proyecto del Ateneu sobre circo y diversidad funcional. Justo entonces yo era alumno de la escuela Rogelio Rivel y, a la vez, los dos éramos monitores en las colonias del casal de discapacitados de Mataró “El Rabadà”. También conocíamos a la gente del Taller d’Idees, una asociación para la integración social que trabaja en Mataró. A partir de todas estas realidades, en 2008, Cronopis y Taller d’Idees decidimos hacer un curso para personas con diferentes capacidades con el objetivo de trabajar la motricidad, la autosuperación, la creatividad, la confianza…
Con esta idea, hicimos una prueba con las diferentes disciplinas de circo con un pequeño grupo de adultos con discapacidad intelectual. Al principio buscamos el asesoramiento de personas que ya trabajaban el circo con estos colectivos, como Álvaro Guerrero, por la preocupación que teníamos de no poner en riesgo a las personas. Sin embargo, junto con Marina, la otra tallerista del proyecto, vimos que el aprendizaje —o mejor dicho, el atrevimiento, por ejemplo, subir al cable o al trapecio— era rápido. Ahora ya llevamos casi 7 años haciendo circo integrado…
¿Cuando dices integrado quieres decir que también trabajáis con personas que no tienen discapacidad intelectual?
Antes de tener este espacio donde estamos ahora tuvimos una nave en la calle Churruca de Mataró con la colaboración del Ayuntamiento. Allí también trabajamos con jóvenes que venían de un CRAE y hacíamos circo totalmente integrado. Había una chica que hacía de voluntaria en las clases, y como que le gustaba el circo, también hacía las actividades ella; llegamos a ser 10 personas. Los jóvenes del CRAE también ayudaban a los demás, y eso les daba mucha satisfacción personal. Cuando tuvimos que dejar ese espacio, hace unos dos años, esta participación de los jóvenes del CRAE se terminó, pero, en cambio, hemos iniciado una línea de trabajo para hacer espectáculos en los que también se produce un espacio de circo integrado, ya que siempre planteamos las actuaciones en el contexto de un espectáculo de circo profesional.
¿Cómo organizáis los espectáculos?
Tenemos un espectáculo base que dura unos 20 minutos. Una forma de trabajar es invitar a artistas profesionales que hacen su número y, mediante un tema o una situación (por ejemplo, una boda, una fiesta, un grupo de piratas, etc.) es fácil ir incorporando las actuaciones de los integrantes del Circ Bombeta. De este modo se alarga el espectáculo y se consigue hacer un trabajo integrado, ya que están en el escenario trabajando de tú a tú con un artista profesional. Nosotros creemos que, para aprender a hacer circo, hay que ir a los lugares donde se hace circo y aprender junto a las personas que se dedican. Esta forma de enfocarlo permite que en el escenario se genere empatía y una energía muy potente que iguala y desestigmatiza porque ellos, los dif-capacitados, están allí, actuando para la gente, al igual que lo hace el artista profesional.
Además, durante las actuaciones se produce un contacto con el público muy notable, ya que los artistas tienen mucha empatía. En realidad, los dif-capacitados tienen unas capacidades que quizá nosotros no tenemos. Una de ellas es su desinhibición al subir a un escenario, y esta es una capacidad muy grande: salir al escenario y, es igual si no me sale tirar el balón y volverlo a coger, o el equilibrio que estoy haciendo… es igual, no pasa nada, recojo la pelota, lo vuelvo a hacer, río, y hago una clase magistral de payaso…
Al principio sólo funcionábamos como un taller de circo, pero a medida que íbamos avanzando y haciendo más espectáculos, tuvimos la necesidad de tener un nombre y funcionar como si fuéramos una compañía, e incluso tenemos un dosier con las especificidades técnicas de nuestros espectáculos.
El hecho de trabajar con el objetivo del espectáculo también crea sinergias con el entorno, el territorio y otros profesionales o trabajadores del circo y el circo social, por lo que se crea una complicidad que contribuye a la integración y la “normalización”.
¿Cómo es un día de trabajo?
Hacemos circo un día a la semana y cada semana trabajamos una técnica diferente, pero siempre nos adaptamos a las necesidades que vayan surgiendo. Dentro de la clase nos planteamos algunos objetivos: por ejemplo: “hoy haremos cable, pero yo no te estaré ayudando”. Empezamos la clase con un calentamiento, que siempre consiste en un juego con mucho movimiento. Después hacemos un poco de preparación física porque la regularidad es importante para lograr una mejora. A continuación empezamos a trabajar la técnica. Hacemos dos técnicas cada día.
Cuando trabajamos algunas técnicas, como el cable, en la que deben trabajar de uno en uno, el resto del grupo dedica el tiempo de espera hasta que le toca a trabajar su número del espectáculo. Es decir, aparte de la técnica específica de la sesión, también repasan la rutina del número que hacen en el espectáculo. Esto tiene su dificultad, porque se despistan con otras “situaciones” que se producen en el espacio de trabajo, pero a la vez es necesario tener este tiempo, porque la manera de aprender una técnica es la repetición… Si se repitiendo se va viendo una mejora…
A veces también trabajan alguna técnica solos, y así ellos mismos miden su nivel. En realidad, muchas veces creen que tienen un nivel más bajo del real. Algunos tienen el “no puedo” interiorizado; de hecho, el “no puedo” es un término bastante generalizado en la sociedad. En el caso de pasar el cable sin que yo les ayude, cada uno pide las ayudas que necesita: una, dos, incluso tres … Y este hecho de que se ayuden entre ellos incorpora en la actividad tanto al que hace la técnica como al ayudante, ya que tiene que estar pendiente de su compañero. De hecho, hay un factor, que es el hecho de que cada uno aprenda a relacionarse, que destaca por encima de la parte técnica: yo te ayudo a pasar el cable, yo estoy aquí, te estoy ayudando, te estoy cuidando para que no te hagas daño mientras pasas el cable. Después, tú me ayudas a mí, y luego eso lo mostraremos …
Cuando tenemos un espectáculo cerca repasamos más y más lo que haremos. La mayoría no tienen memoria escénica y se olvidan de lo que tienen que hacer. Necesitan que alguien les vaya apuntando. Desde hace un tiempo hacemos el mismo espectáculo, y esto ayuda a la memoria.
Cada uno tiene su nivel, sus problemas y su manera de mejorar. Y la manera de aproximarse a las técnicas varía entre unos y otros.
También los miedos son diferentes entre ellos, pero en el mundo de las artes escénicas el miedo tiene un funcionamiento sorprendente, ya que todo el miedo que pueden mostar en los ensayos desaparece a la hora de la actuación.
¿Cuáles son los beneficios del circo integrado?
Nosotros no trabajamos desde el estudio sistemático de los beneficios que nos aporta la actividad que hacemos, tanto a nivel físico como psíquico o emocional… Aprendemos de la experiencia, pero es evidente que la actividad de circo produce un cambio, tanto en los usuarios como en sus familias y su entorno. Uno de estos beneficios es la mejora de la autonomía, y este hecho conlleva que también los familiares-cuidadores tengan que evolucionar en su rol y avanzar con ellos.
Además, ellos conocen su evolución, porque son conscientes de su discapacidad, de sus dificultades y limitaciones. Por lo tanto, conseguir subir al cable o al trapecio se convierte en una motivación y en una fuente de autoestima y de autosuperación. Y más aún, el hecho de mostrar esta autosuperación en un escenario multiplica los beneficios.
No todos tienen problemas de autoestima: algunos son muy generosos emocionalmente, pero hay otros más apagados o que tienen más facilidad para despistarse mientras hacen un equilibrio, por ejemplo, y hay que trabajar más con ellos, pero también lo consiguen. Claro que entre unos y otros hay muchas diferencias: cada uno es un mundo y cada uno se ha hecho un mundo…
¿De dónde obtenéis recursos para soportar la actividad?
También en este caso, como en tantos otros, la dificultad para conseguir recursos que soporten la actividad es una realidad. El hecho de que exista Can Fugoralas y la asociación de circo Cronopis facilita en buena parte que este proyecto se mantenga. El Taller d’Idees aporta la gestión y los usuarios contribuyen con una pequeña cuota. Todavía estamos empezando a entrar en el mundo del espectáculo remunerado, pero ésta puede ser una pieza clave para la sostenibilidad del proyecto ya que, en sí, ahora mismo el taller de circo es muy deficitario.//
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