Espacios de encuentro: Arte - Salud mental - Prácticas comunitarias
La potencia del encuentro entre el campo del arte y la salud mental se basa en una práctica compartida que apunta a activar formas del lazo social que incluyan los deseos, los derechos y los proyectos de las personas.
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Dejaré planteadas algunas reflexiones que surgen de mi experiencia en el ámbito público del sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires desde la función de coordinación diseño y gestión de proyectos del Programa de Inclusión Cultural -Polo inclusión – Salud mental (1).
Desde ese espacio implementamos prácticas artísticas comunitarias con museos, espacios de arte, educadores, artivistas, usuarixs, profesionales de salud mental y otrxs miembrxs de la comunidad como parte de los procesos de rehabilitación psicosocial e inclusión.
Estos procesos no se agotan en la recuperación o adquisición de habilidades. Se trata de la rehabilitación de un lazo social.
Proponemos activar y habitar espacios y alianzas desde una perspectiva antiestigma, erosionando prejuicios que determinan las formas de exclusión social de las personas con padecimientos mentales.
Nuestras prácticas cuestionan las etiquetas diagnósticas, las narrativas hegemónicas y perspectivas patologizantes, para hacer lugar a lo singular puesto en juego en el vínculo comunitario.
La práctica artística también interpela los imaginarios acerca de supuestas normalidades y es una vía para poner en juego la diversidad.
El efecto del arte en el campo de la salud, además de propiciar el disfrute con la experiencia estética pone en juego al cuerpo y a la dimensión temporal a través de la elaboración de proyectos y el recorrido de procesos.
Trabajamos para recuperar, crear e inventar lugares que hagan posible construcciones de lo común y territorios conectados con la vida.
En función de este marco tomaré algunos aspectos de solo dos de las experiencias del cruce entre arte y salud mental que implementamos en Buenos Aires entre 2018 y 2022.
Estas experiencias se sitúan en dos momentos diferentes en relación al antes y después determinado por la pandemia.
Atravesar los muros
¿Pueden los museos hacer lugar a una práctica de salud mental?
¿Cómo se conectan los museos con el campo de la salud?
¿Es posible proponer un hospital como espacio de práctica artística?
Esas fueron algunas de las preguntas en las que venía trabajando que tomaron vuelo y fueron al encuentro de un equipo trabajadores del campo de la cultura con el que buscamos situar esas intersecciones y las tramas posibles a tejer entre esos campos.
Tinkunakuy
Tinkunakuy (en quechua, lengua de pueblos originarios de regiones andinas centrales de Latinoamérica) significa encontrarse, converger.
Ese fue el nombre que una de las usuarias de salud mental propuso para el espacio de arte, pensamiento y creatividad que desarrollamos durante 2018 desde el Programa de Inclusión Cultural-Salud Mental junto con el Área Comunidades (2) del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y con profesionales y usuarixs del Servicio de Salud Mental del Hospital Argerich que se sitúa en el mismo barrio del Museo.
Este proyecto se propuso como un dispositivo de encuentro y producción artística que se desarrolló en un marco de horizontalidad, en el que se articularon dos espacios de la comunidad: un museo y un hospital.
Para muchos participantes era la primera vez que entraban a un museo.
El inicio estuvo marcado por efectos de sorpresa, por un contacto sin prejuicios con el espacio, las obras y los artistas.
Este proyecto coincidió con la Muestra que en ese momento presentaba el museo: Historia de dos Mundos (2018).
Esta muestra fue central en el desarrollo de esta experiencia en tanto la exposición planteaba conversaciones entre las prácticas del arte experimental de Latinoamérica con obras provenientes de la colección del MMK de Frankfurt en un mismo plano.
Nos presentaba el modo en que los artistas pensaron su rol en la sociedad y en el potencial del arte para transformarla.
Estos “dos mundos” y este diálogo fue lo que articularon los participantes entramando a dos espacios de la ciudad: un Museo y un Hospital
Comenzamos con encuentros que iban alternando como espacio de trabajo el museo y el hospital.
Se trató de una suerte de conversación, conexión, de puente entre esos dos lugares.
Hicimos recorridos y mapeos colectivos de estos dos sitios, intervenciones en el espacio público, realización de piezas audiovisuales, poesía visual, instalaciones y procesos curatoriales. Entre todxs construimos un espacio de arte comunitario que cerró con la muestra «Sin receta» que estuvo abierta al público general.
Curadorxs
Curadorxs fue la propuesta para el segundo año del proyecto (2019)
Se puso en juego al cuerpo, la imagen y la palabra a través conversaciones y talleres con artistas que exponían en ese momento en el museo. Se exploraron con ellos sus obras en una relación de cercanía.
Se trató de prácticas de producción artística, ligadas a la performance.
La muestra «Herida Mutante» fue el cierre de esa etapa de trabajo, con la participación de todxs los integrantes del grupo junto con los trabajadores del museo en la curaduría, el montaje, como así también como guías de las visitas al público general para recorrer la muestra.
Estas experiencias dejaron como efectos la posibilidad de nuevas formas de habitar y moverse en un espacio de la ciudad que no aparecía como disponible.
Fue una construcción en la que se traspasaron los muros de dos instituciones de la comunidad.
Nos encontramos en la salida al territorio conectando con saberes y experiencias comunitarias que nos permitieron avanzar en lo colaborativo e interdisciplinario
El hospital pudo transitarse en relación con los afectos, las historias, la creatividad.
Se vivenció como un lugar de cuidados, construcción de relatos compartidos y producciones artísticas. Se escucharon las voces de los usuarixs desde el empoderamiento en la construcción de los proyectos de salud individual y colectiva.
El museo se tornó un lugar amigable, habitable, hospitalario, un lugar común. Fue muy interesante el vínculo con del museo que armaron los participantes. El disfrute y la participación activa marcaban cada encuentro.
Comenzaron a reunirse otros días en el hospital para ir al museo, se quedaban recorriendo muestras luego de la actividad, invitaban a amigos y familiares a visitar otros museos.
El museo pasó a formar parte de su mapa vital.
Activar el espacio
Con la pandemia vivimos como los espacios, las calles, escuelas, hospitales los museos, las casas, también los tiempos y los sentidos en la ciudad mutaron, quedaron desencajados, fuera de marco.
El aislamiento, las distancias, las pérdidas, postergaciones, situaciones encierro y vivencias de peligro incidieron en las subjetividades y en los lazos sociales. Fueron aún más fuertes estos efectos para quienes estaban en situaciones de internación por problemas de salud mental, viendo aún más restringidas sus conexiones con el exterior y con sus vínculos significativos.
Luego del estricto aislamiento debido a la coyuntura sanitaria determinada por la pandemia comenzó una apertura a las actividades presenciales, aún con protocolos que sostenían las distancias y habilitaban encuentros solamente al aire libre entre personas convivientes.
A partir de esa apertura que sostenía aún restricciones, encontramos la posibilidad de poner a trabajar temáticas implicadas en la relación de las personas con el espacio en el contexto de pandemia.
Una intemperie amable
Planteamos armar un afuera que aloje, construir una intemperie amable con mujeres que convivían en un hospital especializado en Salud mental por estar transitando una internación y con profesionales del equipo de esa sala.
A partir de una pequeña puerta secundaria que conecta un Hospital de Salud Mental con un hermoso predio verde, arbolado, no utilizado en ese momento, habilitamos un espacio para un taller de arte comunitario. (4)
La propuesta fue abrir una puerta para explorar, inventar y activar un afuera. Habitarlo a través de prácticas artísticas.
Para ello tomamos como disparador del proyecto una propuesta de las redes del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires de la artista Mimi Laquidara (3) que invita en un ejercicio a intervenir el espacio, interactuar y modificarlo a través del emplazamiento de objetos que cada participante elegía traer a los encuentros.
La consigna invitaba a percibir, registrar como ese objeto que estaba ligado a la subjetividad de cada persona, entraba en diálogo con el espacio, como lo modificaba.
Se produjo una resignificación del espacio compartido.
La secuencia de trabajo continuó con el registro fotográfico del emplazamiento de esos objetos, para después intervenir a través de diversas técnicas esas fotografías.
Se fue armando luego en conjunto un libro de artista con ese material.
En cuanto a la dinámica, el taller funcionó como un espacio abierto al que llegaban usuarias que ingresaban a la sala y se iban quienes luego de internaciones breves recibían al alta.
Cada participante del taller iba dejando su producción, su marca, que luego era tomada por quienes iban incorporándose al taller, generando un proceso constante, una narrativa colectiva.
Pudimos además realizar intercambios con la artista que vive en otra ciudad de la Argentina a través de audios, videos, cartas y poemas.
Con el tiempo fueron modificándose las propuestas, fuimos encarando otros proyectos, hubo interrupciones por aislamientos temporarios por casos de Covid 19, pero se mantuvo ese espacio abierto, consolidándose como encuentro semanal que continúa y que va transformándose hasta la actualidad y al que varias de las integrantes han solicitado volver aun habiendo finalizado su internación.
Quedó delimitado como un lugar de pertenencia para habitar en forma concreta y simbólica en el que se generaron encuentros a través del arte.
En estas breves notas acerca de experiencias de cruce entre prácticas de arte y salud mental es posible situar acciones que promueven desde ambos campos vínculos de proximidad.
Apuntan a contornear, simbolizar, atemperar la angustia y relanzar deseos. Generan redes comunitarias resultantes de un accionar con otrxs en la construcción de nuevas lógicas en los vínculos entre las personas
Es en lo que continuamos trabajando.//
Notas al pie
1. Comparto la coordinación del Programa de Inclusión Cultural- Polo inclusión Salud con Maria Lujan Reina El Programa depende del Departamento de inclusión Sociolaboral y Cultural DGSAM a cargo de Lic. Sandra García Taboada.
2. La implementación del proyecto se realizó en forma conjunta con la Coordinación del área Comunidades del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires a cargo de German Paley (2018) y Ayelen Rodriguez (2019).
3. Ejercicios para activar el espacio. Mimi Laquidara, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires @modernoba 21 de enero de 2021. Material producido por Depto Educación Museo Moderno a cargo de Laila Calantzopoulos.
4. Participaron en la gestión y producción artística de este taller Diego Miccige y Mercedes Figallo.
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