Yahdai: 25 años de realidades y dinámicas sociales
Juan José Bautista en su libro ¿Qué significa pensar desde América Latina?* nos dice:
“Cuando un pensador piensa de cara a la realidad que le toca vivir, lo que surge es un pensamiento original, pero no porque uno se propusiera ser original, sino porque uno se propone pensar en serio y con rigor los problemas centrales que plantea la realidad o que existen en ella y que nos toca vivir a todos cotidianamente.”
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A los que enseñamos circo, cuando estamos en cada escuela rural, cada calle, cada barrio, en la dinámica del niño sin hogar, del discriminado o del abusado, allí nuestra realidad no solo nos insta a pensar, nos obliga a crear y a solucionar de manera original, más allá de la cotidianidad efímera que nos vende el sistema o de las “ideas” que nos quieren “hacer ver” quienes ostenten el poder (bien sea social, económico, político, mediático); la realidad del quehacer artístico social es otro y nos obliga a ser originales.
Muchas de las personas cotidianamente exponen: ¿puedes vivir de eso?, “lo que haces es una pérdida de tiempo, si tuviera la mitad de tu talento, hoy sería millonario”; o por otro lado preguntan: ¿acaso a todos los pobres no les pasa lo mismo? “Es su decisión, aquí o en donde sea, cada quien está donde quiere estar.”
¿Estamos donde queremos?
Una niña de 9 años abusada reiteradamente por su padrastro desde los 5 años, ¿está allí porque quiere estar?; un niño de 7 años, cuya madre es prostituta y lo obliga a cuidar a sus hermanos y a servir de “mula” distribuyendo drogas, sin permitirle ir a la escuela porque “será un violador como su maldito padre”, ¿está allí porque quiere estar?; el adolescente que huyó de casa por “maricón” pero era maltratado por sus padres desde siempre y ahora para sobrevivir vende su cuerpo en las calles… ¿es la vida que él decidió vivir?
Es allí donde el arte con sus procesos es una luz, es una oportunidad para ese niño, para ese joven, para esa chica que se siente atrapada en repetir la vida de sus padres… es allí donde el arte es real, es el espacio donde una vida puede ser transformada; más allá del brillo de una lentejuela, del foco de la candileja o de los aplausos de un público que se admira de una destreza tuya… más allá de todo eso, hay una realidad que te llena de calor el alma y el corazón.
En la sonrisa de un niño que no sabía sonreír, en la satisfacción del que logra su primer malabar, en lo grande que se siente el vencer tus miedos para hacer tu primera escapada en la tela… es ahí donde esta nuestra realidad se hace latente y que cobra su verdadero valor.
“Con eso no vas a evitar que su padrastro la viole o que tenga un plato de comida diariamente en la mesa”; sí, es posible, es posible que su realidad inmediata no se transforme, pero sí a largo plazo; todos los ejemplos que he expuesto anteriormente han sido parte de nuestra cotidianidad en nuestros 25 años de trabajo en la ciudad de La Victoria, Aragua – Venezuela; algunas batallas las hemos ganado, otras no; pero por lo menos hemos dado un rayo de esperanza, la certeza que son personas y no objetos que otros usan a su placer o conveniencia; siendo eso lo que nos motiva a seguir cada día.
Transformar siendo originales en nuestra propia realidad
Hay “especialistas” que preguntan ¿pero… ustedes hacen circo social? ¿Nadie los conoce? No son del medio, aseguran…
Realmente no lo sé, solo sé que estamos en esos lugares donde los “reconocidos del circo” no llegan, a veces no llega ni la policía a menos que sea una operación comando para matar a alguien en específico; solo sé que cuando me tengo que alejar de las calles, de los barrios por mucho tiempo, el vacío del arte-elite me llena de ansiedad, de estrés y de una soledad inconmensurable; más allá de lo hermosas que puedan ser sus formas o lo costosa que puedan ser sus producciones. Pienso que ese es nuestro circo social, que esa es nuestra experiencia; que cuando logramos consolidar nuestras producciones para llevarlas a otros barrios, a otras ciudades, seguimos llevando esperanza, magia y emociones.
Hace poco nos encontramos con una joven que fue parte de las niñas de nuestra escuela apenas empezamos, septiembre de 1995; hoy, es ingeniero petroquímico, logro llegar allí sin recursos, sin padres y al reencontrarnos su emoción fue evidente, solo nos decía: “soy lo que soy gracias a ustedes, por ustedes aprendí lo que es la constancia, la disciplina, el trabajo… sobre todo el darme cuenta que sí podía, sin importar lo que dijeran los demás”; irónicamente, de los casi tres mil niños que han pasado por nuestra escuela muy pocos se dedican al arte, son médicxs, trabajadorxs sociales, antropólogxs, profesores de educación física… y estamos ahorita atendiendo ya a los “nietos”, los hijos de los chicxs que alguna vez pasaron por nuestros entrenamientos.
Para algunas personas el circo “no es más que un entretenimiento realizado por hippies y drogadictos sin raíces”; este tipo de aseveraciones solo demuestran la profunda ignorancia existente en quién las expresa, muchas veces no por maldad sino llevado por sus propios miedos, miserias que se ven enfrentadas a nuestra libertad y amor del como vemos y entendemos el entorno; pero aún para ellos podemos ver a un grupo de personas en todo nuestro continente que se han encargado de problematizar, sistematizar y categorizar lo que es el Circo Social como una realidad transformadora en nuestras comunidades, más allá de que sea un barrio o un sector de clase media, las realidades de nuestra sociedad están allí… realidades a las que el último juego de vídeo o el youtuber más conocido puede llegar.
Por eso, sin importar aquello que muchos quieran decir, aquí estamos nosotros, en esta pequeña ciudad por algunos dicho “negada a morir”, pero transformando vidas, no solo de aquí sino de los pueblos y barrios aledaños, como El Consejo, San Mateo, La Quebrada –que muchas veces no aparecen ni en los mapas. Allí, a través de la magia del circo, la destreza de la técnica, la poesía del movimiento y la dramaturgia corporal…
¡Aquí estamos, siendo originales en nuestra propia realidad y dinámica social!//
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Bibliografía
- Juan José Bautista. ¿Qué significa pensar desde América Latina? Barcelona: Akal, 2014
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