El teatro de la Trifulga dels Fútils
Teatro, salud mental, cultura, estigma, circuito, alteridad… Manel Anoro, director de La Trifulga dels Fútils y de L’Altre Festival, miembro de la asociación Matissos, médico de cuerpos y, sobre todo, de almas, nos cuenta el quién, el qué y el cómo de esta compañía que se mueve, sobre todo, por los principios de la normalidad.
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La Trifulga dels Fútils es una Compañía Estable de Teatro formada por personas diagnosticadas, o no, de trastorno mental.
Nació en el Centro de Día (centro de rehabilitación comunitaria) Dr. Pi i Molist de Nou Barris de Barcelona el año 2000, a partir de un taller de teatro que iniciaron Lourdes Saumell, Josep Voltà, Pep Clusa y Manel Anoro.
La primera obra que representaron fue Diga 33, una adaptación teatral de un libro de anécdotas médicas. Se estrenó ese mismo año en el Centro Cívico Boca Nord en el barrio del Carmel de Barcelona. Desde el inicio el grupo se encontró bien en este trabajo conjunto y esta fue la base y el punto de partida de lo que se convertiría en la Compañía Estable de Teatro.
Desde sus inicios, La Trifulga dels Fútils fue una Compañía completamente permeable. Han participado personas con o sin trastorno mental diagnosticado, actores profesionales, gente curiosa y creativa seducida por el proyecto, trabajadores del Centro de Día o ciudadanos inquietos con ganas de hacer teatro y formar parte de todo aquello. Más de 300 personas en 15 años de historia. Algunos han aguantado desde el primer día, otros se han ido lejos y vuelven cuando se estrena un espectáculo, y algunos, desgraciadamente, ya no podrán volver.
Por cómo eran y qué eran, decidieron poner en escena espectáculos a partir de textos que por sí mismos ya fueran potentes: clásicos del teatro, con una puesta en escena digna, un buen vestuario y una buena escenografía. Querían mostrar un buen espectáculo y hacer disfrutar al público. Querían ofrecer teatro en estado puro, hacer teatro y sólo teatro, dejando de lado la salud mental en este contexto cultural.
Cabe decir que este enfoque de La Trifulga es bastante particular pues, en general, los grupos de personas con discapacidades que hacen teatro suelen hacer obras que justamente hablan de sus dificultades, sus miedos, su encaje en la sociedad, etc. La Trifulga no quiere hablar explícitamente de salud mental en las obras de teatro. Ya tiene suficiente con la propia enfermedad. El tema de la salud se trata dentro del grupo: allí hablan de delirio, de locura, de diagnósticos, de algún intento de suicidio, de las cosas que les pasan… y lo hacen de manera despreocupada y sin ningún problema, sin tabúes.
Cualquier persona, sobre todo si sufre un trastorno mental, es frágil y busca la autonomía, ser reconocida y formar parte de algo. Busca ser creativa, compartir emociones, ideas y sentimientos, escuchar y ser escuchada. Busca un grupo donde ser reconocida por el otro y acompañarlo mientras la acompañan a ella. Una compañía de teatro ofrece todo esto.
Cultura popular, bienestar y estigma
Una compañía de teatro de estas características origina con su trabajo diferentes procesos, tanto dentro como fuera del grupo, y lo hace con una intencionalidad constructiva, solidaria, pedagógica y transformadora.
En esta línea, La Trifulga construye cultura popular, es decir, desarrolla un producto artístico y cultural, una obra de teatro, y lo hace desde la base, a partir de las necesidades del colectivo social y cultural del que forma parte, y con un recurso expresivo y creativo que permite que se produzcan cambios en las situaciones simbólicas que describen socialmente al grupo y lo etiquetan como, por ejemplo, el estigma.
Además, el trabajo de La Trifulga es solidario dentro del grupo, genera bienestar entre sus integrantes y esto beneficia el proceso terapéutico de todos los que forman parte, enfermos o no.
Por último, la estigmatización del enfermo mental es un hecho en nuestra sociedad que hay que visibilizar. La sociedad ha de hacer el trabajo de responsabilizarse de este grupo de personas y de incorporarlo a su discurso cotidiano. ¿Y como lo puede hacer? En primer lugar, otorgando al nombre “estigma” un espacio conceptual que permita imaginarlo, hacerlo existente, llevarlo al discurso y generar debate y, a partir de ahí, poderlo romper y hacer caer los muros… Por ello, el hecho pedagógico es central en las actuaciones de La Trifulga y se produce en el proceso de interacción con el espectador durante la representación teatral.
Naturalmente, no sólo La Trifulga, sino cualquier otro grupo de teatro social, conecta a su manera la cultura popular y el estigma: unos lo hacen hablando de sí mismos, de su enfermedad, e interpelando al público directamente. Otros, como La Trifulga, encuentran en el aspecto expresivo la herramienta de comunicación e interpelación:
Imaginemos que después de ver una obra de teatro interpretada por enfermos mentales un espectador piensa: he aquí una persona con trastorno mental que acaba de hacer una obra de teatro que me ha gustado. He visto un actor raro, cojo, gordo, que tartamudeaba, feo… ¡¡pero qué personaje ha creado!! ¡Y ya está! En esta conexión desaparece el quién, el estigma cae… No importa quién es el actor, sino el personaje que crea, la interpretación que hace … Y además, yo nunca habría sido capaz de subir al escenario y hacerlo.
Éste es el poder transformador del teatro, de este teatro popular.
El circuito y el otro
La Trifulga hace teatro. Y el teatro está hecho para mostrarse, para enseñar ante un público y, a partir de ahí, generar emoción, disfrute, crítica social, diversión, conocimiento, cultura…
En La Trifulga las obras las preparan durante un tiempo muy largo, cerca de dos años, pero después sólo se representan un día, o poco más. Es decir, hay mucho espacio para hacer un trabajo dentro, pero muy poco para la transmisión, para el “fuera”. Mucho tiempo para la creación y la convivencia, y poco para mostrarse al público.
¿Y por qué pasa esto? Porque falta un circuito escénico que acoja este tipo de teatro. Por ahora, en el contexto cultural en el que se mueven las artes escénicas, encontrar un circuito estable que permita representar estas obras no parece un tema fácil. Y es que, dejando de lado la cuestión económica, para crear un circuito escénico es necesario que el producto cultural que elaboran los grupos que hacen teatro, danza o circo social tenga una calidad suficiente para que el público pueda interesarse y disfrutar, porque el programador de un espacio escénico necesitará que, como mínimo, las actuaciones que programa no le generen pérdidas económicas y atraigan un público suficiente.
Por ello, un circuito para este tipo de artes escénicas debería tener en cuenta dos cosas: la transmisión de la cultura popular y la voluntad de des-estigmatización. Y es que la combinación “teatro / trastorno mental” no tiene, evidentemente, un interés que se pueda cuantificar sólo en términos económicos en un circuito de programaciones estándar, sino un interés social.
Además, la sociedad tiene que hacer un esfuerzo y salir del encasillamiento de lo que considera que es un producto cultural. No podemos ver una obra de teatro hecha por personas con trastorno mental con los mismos parámetros que una obra de teatro profesional: no son la misma cosa, no se puede decir que son lo mismo. El teatro hecho por enfermos mentales debe funcionar a partir de tres ejes: hacer cultura popular de calidad, el desarrollo de la autonomía personal y grupal, y romper el estigma…
Y esto tiene salida? Claro que la tiene. Y tiene circuito? Claro que lo tiene. Es el pequeño circuito… o el otro circuito …
El otro …
¿Has pensado alguna vez en la palabra “otro”? Me encanta esta palabra … porque cuando dices el otro, ¡al menos lo has reconocido! Es el principio de toda relación. Tú no eres tú sin los otros. Y es que muchas veces ni siquiera eres el otro para alguien … ¿Quién eres? ¿No eres nadie? No. Eres otro. Y si quieres relacionarte, te tienes que preocupar de quién es otro … Y este principio de reconocimiento es el principio de todo … En realidad, el otro son todos menos tú.
El otro, de entrada, parece un término peyorativo; el otro como el diferente. ¡Y tanto que es diferente! ¡Todo el mundo es diferente! Sólo queremos que te fijes en el otro; en este mundo tan individualista, reconocer al otro es todo un comienzo prometedor.
L’Altre Festival
“Y La Trifulga buscó otras trifulgas
con las que compartir espacio escénico … “
El nombre “L’Altre Festival” (El Otro Festival) surgió con esta idea del otro, para que pudiéramos plantear quién es este otro … La palabra “otro” utilizada como título del proyecto es una manera de diferenciarse, no por una cuestión negativa y estigmatizadora como es la enfermedad mental, sino por una cuestión positiva:
Pensemos en estas situaciones en las que se dice: no digamos loco …, no digamos enfermo mental … no digamos … ¿Por qué? Pues yo lo puedo decir… Si tú no lo quieres decir, no lo digas… Si me preguntas porqué lo hago, yo te lo razonaré, tengo un discurso sobre esto … ahora … este discurso que dice: no, es que esto no se puede decir: trastorno mental, enfermo mental … hombre, podemos hablar … todas las cosas de este mundo se pueden pensar y decir…
Si pensamos que una palabra sólo tiene un sentido también la limitamos. Cuando decimos “otro” podemos asociar la palabra con el hecho diferenciador, pero si pensamos un poco más profundamente, nos damos cuenta de que la palabra “otro” tiene una interpretación totalmente inclusiva y reconocible …
Y, como dice Manel, nosotros, La Trifulga y los enfermos mentales somos, como tú, el otro, y esta interpretación de la palabra también fuerza la mirada sobre nosotros e interpela sobre el reconocimiento …
No somos cualquiera … Somos el otro … pero no el otro de salud mental … el otro son todos menos yo, ya veces incluso el otro eres tú mismo …
A la hora de pensar en un circuito de representaciones escénicas, un tema central es la movilidad de las obras. No se trata tanto de que sean rentables, como que sean movibles, no muy largas y que se muevan en un circuito local, tal vez vinculado al sector público, las fiestas populares, las fiestas mayores o de barrios…
¿Como somos los enfermos mentales y porque necesitamos el grupo?
Todos conocemos a un enfermo mental. Es una persona que en un momento dado se transformó. En realidad, nos movemos en una contradicción, porque por un lado es una persona que conocemos y a la que queremos pero, por otro, la enfermedad mental tiene un estigma social horrible: una persona extraña, diferente, violenta, mala, que hace daño a los demás , que cuando no se toma la medicación mata a alguien…
A través del teatro nosotros podemos mostrar “otra” realidad de la salud mental. La verdadera realidad.
Hay que empezar a ver la salud mental desde un punto de vista que no sea exclusivamente el sanitario. Y es que, si se plantea crear un grupo cultural o artístico según los parámetros que se miden en una consulta sanitaria, no se llevaría a cabo… Es el hecho de trabajar con personas con trastorno mental mediante un recurso cultural lo que permite tener un punto de vista muy diferente, positivo, enriquecedor… un enfoque distinto de la enfermedad y de las personas que la padecen.
Está claro que para llegar a este conocimiento es fundamental la implicación emocional, o sea, estar presente con empatía, con el valor de dejarte ir, de arriesgarte e implicarte, de formar parte. Y entonces las cosas funcionan y puedes crear un grupo, una compañía, un lugar que es tuyo, tu espacio, tu gente, con quien estás bien, con quien celebras, ríes, te enfadas …
Las artes escénicas tienen un papel fundamental en la creación del grupo, y esto es así porque “es un proyecto de vida en el que conviven el juego y la diversión, es un espacio solidario en el que compartimos, estamos juntos, estamos con el otro , estamos trabajando conjuntamente y nos tocamos … el grupo es esta parte del proceso que no ven ni el programador del circuito escénico ni el público, pero que para nosotros es fundamental. “
Crear una Compañía Estable en salud mental es importante, porque las personas con trastorno mental viven en un mundo que en cualquier momento puede derrumbarse, inestable y muy frágil. Se aíslan y se quedan solas. Porque … ¿cómo se sale, de esta soledad? Ni las pastillas ni la terapia son la solución. Pero una compañía estable es una excelente solución… Y es que, con los años, tendemos a dejar de jugar, a dejar de pensar, de ilusionarnos, de soñar … Y, de acuerdo, no tendrás “una banda de rock and roll ” famosa ni harás bolos superestelares… Pero ten tu banda…
Por ello, no es el médico el que tiene que dar permiso para realizar una actividad cultural o creativa, o para crear un grupo, sino el mismo enfermo mental.
Por otra parte, desde la experiencia de muchos años, las dificultades que puedan surgir en el grupo relacionadas con la salud mental no son un motivo de inquietud porque, en realidad, en la actividad curativa se aplica más un sentido humano que un sentido científico. Se aplica la cura que tienen las personas que aman y que son frágiles…//
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