Drag King: perfomar la masculinidad | Sara Carro Ibarra

Drag King: performar la masculinidad

Los talleres Drag King surgen y se desarrollan a partir de los años 1970, en el seno del movimiento feminista, como una propuesta laboratorio para mujeres dirigida a explorar y descifrar los códigos de la masculinidad, experimentar con el poder, y cuestionar socialmente lo establecido por el sistema sexo-gènero.

Son talleres en los que se trata de performar la masculinidad: cada mujer performará un King, creará un alter-ego a partir de lo que conoce, y también a partir de rasgos de la propia personalidad.

Desde Fil a l’Agulla, después de haber experimentado y estudiado diferentes formas de conducir y vivir este proceso, hemos visto en estos talleres un gran potencial para trabajar en la toma de conciencia individual y colectiva sobre el sistema sexo-género y sus consecuencias.

Hemos descubierto también más cosas: el tránsito hacia el King brinda a las participantes la oportunidad de acceder a partes de ellas menos conocidas; en el King encontramos poder, decisión, autonomía, independencia, pero también descubrimos homofobia y transfobia internalizadas, ideas machistas muy enraizadas en nuestro sistema de creencias, rabia, despotismo, ganas y capacidad de hacer daño. Ser consciente es el primer paso para poder elegir.

Nosotras creemos que la construcción de las identidades de género rígidas dificulta el proceso de individuación de las personas y que los talleres Drag King pueden contribuir a ampliar nuestra identidad individual, a acceder a partes de nosotras que todavía no conocemos y ayudarnos a ser más libres. También nos parece una buena manera de cuestionar los estereotipos y reflexionar desde la vivencia.

Durante los talleres, nuestra tarea es crear el espacio y las condiciones necesarias para que se dé este ritual de transformación, al tiempo que acompañamos el proceso de descubrimiento y de toma de conciencia de las personas que participan.

 

El taller

El taller tiene una duración de entre 9 y 12 horas. Durante el primer bloque construimos un espacio de seguridad y a través de juegos y técnicas teatrales damos espacio para que el grupo y las personas que lo integran se conozcan y vayan dibujando sus propias preguntas en relación al sistema sexo-género.

En el segundo bloque vamos con las primeras pruebas de vestuario. Nos encontramos ante un montón de ropa y de posibilidades e investigamos. Quizás para darnos cuenta que no va por aquí, que quizás sería más con unos vaqueros y una camisa de cuadros. Entonces tienes hasta el día siguiente para encontrar lo que necesitas. Los kings comienzan a emerger.

Vamos a buscar a la calle el king en el que nos estamos convirtiendo y lo observamos. En general es muy fácil observar a los hombres en la calle. No tienen este radar que tenemos muchas mujeres. No han sido construidos como objetos observables. Nos empezamos a fijar en cómo se mueve. Cómo camina, cómo mueve las manos, cuál es la posición del codo cuando bebe, cómo fuma, cómo se para, cómo se sienta. Incorporar esta mirada en un simple paseo por la calle es muy revelador. No es casual que los movimientos que hacen los hombres estén restringidos a los hombres, y los que hacen las mujeres, a las mujeres.

Un ejemplo:

  • Abrir las piernas cuando se sientan (hombres), cruzar las piernas al sentarse (mujeres).
  • Tienes algo que mostrar, el mundo tiene que verlo (hombres). Tu tesoro es un secreto, tienes que ser escondido (mujeres).
  • Este es mi espacio, tengo derecho a ocuparlo, tienes que tener miedo a mi reacción si lo invades (hombres). Cuanto menos espacio ocupe menos molestaré. Si quiero más espacio pediré permiso o pediré perdón (mujeres).

Las reacciones de algunas participantes al principio del taller, como puede que de algunx lectorxs de este artículo: hay hombres que cruzan las piernas, y mujeres que se sientan con las piernas abiertas. ¡Y si! ¡Es cierto! Y a la vez lo que podemos observar en el espacio público si miramos desde esta perspectiva es muy interesante.

Piensen la masculinidad y la feminidad como dos idiomas. Dos idiomas que se enseñan en la misma casa. La chica aprende a “hablar” masculinidad, pero cuando va a hablarlo le dicen que no, que ese no es su idioma. Lo mismo le pasa a su hermano, cada vez que habla el “idioma” feminidad, meeeec, sanción. Tú no puedes. Me gusta la metáfora de los idiomas porque generalmente, depende de si estamos hablando una u otra lengua también actuamos distinto. Cuando hacemos observaciones en el espacio público se puede ver quién habla qué lengua. A eso me refiero. Y analizarlo es muy interesante.

En el cuarto bloque lo ponemos en práctica. Desarrollamos nuestro King. Hacemos los desplazamientos de pelo que necesitemos. Patillas, barbas, bigotes. Nos construimos nuestro pene con preservativos y algodón, y con la ayuda de unas vendas convertimos nuestros pechos en pectorales. Incorporamos lo observado el día anterior (y durante toda nuestra vida). In-corporamos, lo hacemos cuerpo. Nos ponemos la piel del oso. Aquella que socialmente se le atribuye todo ese paquete de privilegios, todo ese poder. Y salimos a la calle a experimentar.

El último dia tiene lugar la integración. Cada persona ha hecho un viaje diferente. Compartimos las experiencias y hacemos un último ejercicio de integración. Esta es reflexión de una de las participantes:

 

    “Pensé que este era un taller para convertirse en hombre y eso me echaba para atrás. En verdad  me he dado cuenta que en realidad es un taller para darte cuenta de qué quieren decir cuando dicen “hombre” y qué quieren decir cuando dicen “mujer”. Joder. ¡Nunca había pensado que estuviese tan pensado! Pensaba que era una cosa que salía natural. ¡Y no! ¡Es puro teatro! Este taller me ha servido para darme cuenta de quién soy y quién quiero ser. Independientemente de hombres y mujeres. ¡No me gustan esas cajas! Y no quiero decir que no me guste pintarme los labios o ponerme una falda. Es la caja la que no me gusta. Que se presupongan todas esas cosas de mí cuando camino por la calle porque me muevo más círculo que cuadrado. A la mierda. Porque a veces hasta yo las presupongo de mi misma. Y me olvido de mi fuerza. Este taller me ha conectado con el sentido profundo de mi vida.”

 

Vivimos en una sociedad en la que nos hemos cargado la mayoría de rituales colectivos. Y los que perviven los vaciamos de significado. Muchos rituales enseñaban qué quiere decir ser un hombre, qué quiere decir ser una mujer. Te hacen hacerte preguntas y buscar respuestas sobre quién eres tú.  Para nosotras la experiencia Drag King da respuestas a esta pregunta. A menudo en formato de nuevas preguntas. Y evidentemente estas preguntas son diferentes en cada momento de tu vida. Si puedo hablar un momento desde el plano personal, cada vez que me sumerjo en la experiencia Drag King, descubro nuevos detalles, nuevas respuestas para mi momento presente, me doy cuenta de nuevas dimensiones de mi misma y de las estructuras sociales que sostienen el sistema patriarcal.//

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Fotos: Irene Colell
// Vivimos en una sociedad en la que nos hemos cargado la mayoría de rituales colectivos. Y los que perviven los vaciamos de significado. Muchos rituales enseñaban qué quiere decir ser un hombre, qué quiere decir ser una mujer. Te hacen hacerte preguntas y buscar respuestas sobre quién eres tú. Para nosotras la experiencia Drag King da respuestas a esta pregunta.//
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Drag King: perfomar la masculinidad | Sara Carro Ibarra